Simón Acosta Padilla, érase una vez, un hombre postrado a una cama, bajo la sombra del Garoé.

Soy el bisnieto de Ezequiel Acosta Padilla, hermano gemelo de Simón Acosta Padilla, y he querido hacer una pequeña recopilación de su vida y obra. No soy ilustrado ni versado en la poesía, pero leer la obra del Sr. Acosta Padilla, bajo el manto de su trágica y dolorosa vida, influye, en parte, que la importancia de su obra abruma a cualquiera. Enfocado en poesía lírica, el amor era, en su mayoría, el tema principal en sus versos.

Casa donde residía Simón Acosta, Valverde. Autor del cuadro Manolo Sánchez.

Casa donde residía Simón Acosta, Valverde. Autor del cuadro Manolo Sánchez.

Nació el 13 de Agosto de 1903, hace más de 100 años en El Hierro, una isla, que a día de hoy, reluce por su simplicidad. Desde muy joven, con 16 años se trasladó a Las Palmas de Gran Canaria para estudiar el Bachillerato. Poco tiempo después, los dolores y malestares musculares, obligó al joven trasladarse nuevamente a la isla El Hierro para ser tratado. Su evolución fue tan negativa y los consejos médicos lo dejaron postrado en una cama durante 45 años con una artritis reumatoide anquilosante. Vivió en la bellísima villa de Valverde (El Hierro) y durante muchos años hasta el momento de su fallecimiento vivió en Vegueta (Las Palmas de Gran Canaria). 

El Hierro 1895-1901

El Pozo de la Salud- Isla de El Hierro. espléndida vista tomada hacia los años 1895-1901, en la que vemos un grupo de doce personas reunidas junto al brocal del pozo.

Como dato relevante existe en Valverde una calle con su nombre en honor a su aportación literaria. Él, junto a su hermano gemelo, reunían una familia tremendamente numerosa. Este calor hogareño hizo que pudiera encauzar su vida dentro de su lecho de dolor, junto a la poesía, la música y la historia. Algunas de sus libros más relevantes son La sombra del Garoé (1945), Flores en la senda (947) y Lira en ocaso (1948) y en 1991 es el volumen de sus Obras Completas. Sus poesías lograban plasmar sus recuerdos infantiles y su incurable enfermedad dejándonos unos versos eternos. Parece ser que, en ciertos casos, postrarte en una cama, otorga a la persona de poesías imperecederas (véase el caso de Ramón Sampedro)

EL GAROÉ

La hojas de tus ramas habrán sido
fuente de cristal resplandeciente,
que dejaban caer en la vertiente
el jugo por tus brazos recogido.

Tú serías un ladrón muy bien querido
que inspiraba devoción siempre creciente,
y el tiempo veloz en su corriente,
no ha logrado sumirte en el olvido.

Si el terrible Huracán fue tu verdugo,
maldición se llevó al que le plugo
derribar para siempre el Árbol Santo.

Tú que llevas una página en la Historia,
une humildemente a tu memoria
esta loa de amor que yo te canto.


SOY POETA

El dolor me hizo poeta,
y por eso mis cantares
llevan la triste faceta
de un alma que llora inquieta
el rigor de sus pesares.

Soy un poeta doliente
que va vertiendo en su canto,
esa emoción impaciente
que germina floreciente
con la humedad de mi llanto.

Soy poeta enamorado
de la augusta Poesía,
y por eso yo he lanzado
esos versos que han llevado
mi eterna melancolía.

Soy poeta que solloza
en sus estrofas sombrías…
Y en mi senda tan penosa
una sombra dolorosa
me sigue todos los días.

Y al fin, con negro sudario,
vendrá la muerte por mí,
y marcharé solitario
de mi penoso calvario
donde tanto padecí.


MI PECADO

¿Tan grande, señor, es mi pecado,
que as duele levantarme ya el castigo?
Si sois de mi dolor un fiel testigo,
no veis que por mí, ya está expiado?

Si la ofensa más grande he perdonado
y no llevo falta grave en mi conciencia,
no es dura, Señor, la penitencia
de morir cn la cruz crucificado?

Apurando mi copa de amargura, d
onde veo flotar mi desventura,
a Vos, sin cesar, he preguntado:

si creéis que la pena es merecida,
qué pude haber hecho en esta vida
para ser, como he sido, castigado?


TU INFANCIA (Niña, María Reyes Acosta)

Deliciosa criatura
que le das a tu inocencia,
esa ingenuidad tan pura
que refleja la ventura
de tu cándida existencia.

Ángel que vives hoy día
tu niñez llena de encanto,
libando con ambrosía
la flor de la fantasía
que nunca la riega el llanto.

Goza tú, niña hechicera,
el mundo de la ilusión…
Y con tus juegos, alegre espera
por esos años de primavera,
donde se inflame tu corazón.

Y cuando escales, ángel querido,
la obscura senda de la vejez,
ten un recuerdo noble y sentido,
para el poeta que te ha ofrecido
el primer canto de tu niñez.


Documentación histórica:

En estos apartados he podido recopilar alguna información relevante de Simón Acosta Padilla: